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Crecer en un hogar presenciando violencia de género es algo que marca a los niños de por vida. De hecho, los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género se consideran también víctimas de la misma y padecen problemas y secuelas psicológicas y, en algunos casos, físicas, como retraso en el crecimiento, alteraciones en el sueño y alimentación, la disminución de habilidades motoras, ansiedad, ira, depresión, baja autoestima, trastorno de estrés postraumático, retraso en el lenguaje, afectación en el rendimiento escolar, agresividad, déficit de atención-hiperactividad, inmadurez, agresividad, delincuencia, tóxico dependencias…

Los hijos de mujeres que han sufrido malos tratos deben considerarse también víctimas de la violencia de género.

Un trabajo largo y complejo

Trabajar con niños y niñas víctimas de la violencia de género no es una tarea sencilla. Hay que tener en cuenta que se han criado en un entorno que justifica, legitima, desencadena y sufre la violencia y que esta ha estado presente en sus relaciones afectivas y personales más cercanas. Ven a su madre como una maltratada y a su padre como un maltratador en lugar de como a los seres protectores que deberían ser. Esto hace que interioricen un modo de socialización que les afectará a largo plazo.

Salir de ese círculo requerirá de la intervención de profesionales formados que les enseñen que la violencia no es solo la agresión física, sino también el miedo y la anulación, la relación de poder, la intimidación… Y que lo hagan desde un entorno de complicidad, sin forzarle, dejando que sean ellos los que salgan de su burbuja de autoprotección y vayan contando poco a poco lo que piensen y sienten. Nuestra tarea no es recordarles episodios negativos o pedirles que nos den detalles de lo que ocurría en las cuatro paredes de su hogar. Tampoco ejerceremos de jueces valorando la actitud de los progenitores con comentarios como “tu madre debería haber denunciado”, “él va a ir a la cárcel”, “eso es de ser mala persona”… Nuestro objetivo es ayudarle a superar una dificilísima situación, no ahondar en el agujero en el que esta le ha sumergido.

Su atención integral debe ser abordada desde una perspectiva de género y una perspectiva de derechos. Solo así conseguiremos no solo que supere lo que ha vivido sino también, y sobre todo, que sea un adulto que abomine de la violencia

En el posgrado Víctimas de violencia de género y sexual en la infancia y adolescencia: prevención, detección y atención aprenderás mucho más sobre este y otros temas.

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