DERECHO DE FAMILIA Y MEDIACIÓN PUEDEN CHOCAR
La mediación admite profesionales de distintas ramas de las ciencias sociales y sanitarias, como abogados/as, psicólogos/as, trabajadores/as sociales… lo cual aporta, indudablemente, una mayor riqueza y multidisciplinariedad a la profesión. Sin embargo, es frecuente que las líneas entre la Mediación y la profesión de origen se desdibujen y sean difusas, desvirtuándose la Mediación como disciplina profesionalizada e independiente.
Muchos abogados especialistas en Derecho de familia se ofrecen como mediadores, difuminando la frontera entre ambos trabajos.
Uno de los ejemplos más frecuentes lo tenemos entre el Derecho y la Mediación, especialmente cuando se abordan casos civiles (familiares). Desde la óptica del Derecho de familia, muchos letrados/as presentan una clara predisposición conciliadora muy próxima a los paradigmas de la Mediación, lo cual es una ventaja muy positiva a la hora de que dicha predisposición pueda ser complementada con una formación teórico-práctica en Mediación. El problema lo encontramos en profesionales de la abogacía, especialistas en Derecho de familia, que desarrollan su labor desde una filosofía negociadora y conciliadora, pero que no están formados en Mediación y se apropian del ámbito de la actividad, sin dotar al proceso del tiempo, ritmo, riqueza, herramientas, y de la oportunidad de transformación del conflicto, utilizando además, el nombre de la disciplina para promocionar y publicitar los servicios que presta.
Aún encontrándonos con profesionales del Derecho de familia que desempeñan su trabajo de una manera conciliadora, es necesario establecer los límites de cada disciplina y de cada rol profesional. En materia de separaciones y divorcios, que es donde más solapamiento de la Mediación y el Derecho hay, el objetivo del abogado/a es hacer llegar a las partes en conflicto a la firma de un convenio regulador, lo más ventajoso posible para cada una, que se entienda equitativo y justo y que sea plausible de cara a su aprobación judicial. Los mediadores/as también tenemos un papel importante en relación a este documento, pero diferente, si bien es más novedoso y emergente, debido a la juventud de la profesión, que consiste en la dinamización y facilitación de un proceso basado en el diálogo encaminado al diseño de los acuerdos que se plasmarán en el convenio regulador. No obstante, este no es el objetivo principal de la Mediación; en su lugar, persigue que la comunicación entre las partes se restablezca y se equilibre, sentando las bases de una relación positiva en el pos-divorcio.
Por ello entendemos que la delimitación de las fronteras entre una disciplina y otra es fundamental para implementar procesos eficaces, colaborativos y complementarios entre ambas que ayuden a las partes a gestionar de la mejor forma posible las separaciones y los divorcios, así como la vida que se abre paso después.
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