El verano pasado en una barbacoa un colega me contó en una conversación entre risas y amigos que una mujer a la que le había tirado los tejos una noche en un bar le había dicho que no y no lo entendía, previamente había hablado con ella y parecía que se caían bien. Estábamos hablando precisamente del documental de Jeffrey Epstein que acababa de ver en Netflix, Jeffrey Epstein Asquerosamente rico, una red de abuso sexual piramidal de menores en Estados Unidos con políticos y gente muy importante implicada. Casualmente en estos días el príncipe Andrés de Inglaterra ha sido llamado a declarar por abusos sexuales a una de las mujeres que sale en el documental (menor cuando se produjeron los abusos) serie que por supuesto recomiendo. A partir de aquí seguimos hablando del movimiento del Me too y el No es No, una cosa llevó a la otra. Parece que por lo que me contó no había entendido nada del movimiento y sigue pareciendo que con toda la polémica que se generó en torno al productor de cine americano acusado por varias actrices de agresión sexual Harvey Wenstein (no confundir con el anterior), el mensaje todavía no ha calado lo suficiente en algunos hombres.

Para él un «no» sin rotundidad quería decir un sí con la boca pequeña… No creía que un tío tan guapo como él pudiera tener una negativa, ni él ni sus amigos igualmente guapos y exitosos. Quizás la chica por educación lo dijo de la mejor manera posible, no lo sé, pero él esperaba más fuerza en ese momento. Tengo que decir que mi amigo es un buen tipo tanto física como intelectualmente, pero mi trato con él no va más allá del modo amigo, él y sus amigos la respetaron (no esperaba menos) pero se fueron con la sensación de que ella se hacía la interesante. Este sentimiento de mi amigo y sus colegas es un sentimiento extendido y como ya comentaba en el anterior post de la violencia sexual, si una mujer no se defiende con uñas y dientes y se pone en modo agresiva para reafirmar su negativa, a algunos hombres siempre les cabe la duda… ¿Acaso tenemos que ser maleducadas, bordes y agresivas para que nos respeten? ¿Solo así se entiende que es NO? Por supuesto le repliqué con argumentos suficientes pero en seguida empezó a decirme que era una exagerada (algo normal en determinados ambientes sin visión de género) y por supuesto apeló al #Notallmen (no todos los hombres). Afortunadamente no todos los hombres son violadores ni agresores pero la mayoría de las víctimas de agresión y abuso sexual somos mujeres en una proporción desmesurada…

Como ya comenté en el post de violencia sexual, el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género realizó un estudio en 2020 de 102 sentencias del Tribunal Supremo se puso de manifiesto que en 9 de cada 10 casos (93,8 %) la violencia sexual es cometida por hombres y que en 8 de cada 10 (83 %) la víctima es una mujer.

Según la Fundación ANAR en los datos del Estudio de Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia del periodo comprendido del 2008 al 2019, el 76,2% de los menores de edad víctimas de abuso sexual son mujeres y el 23,8% restante, varones. Estos datos escalofriantes arrojan un verdadero problema estructural de la sociedad.

Por tanto doy y demos la bienvenida al proyecto de ley que es más que obvio y no podría llamarse de mejor manera Ley de Solo Sí es Sí. Para que quede claro desde el inicio de lo que estamos hablando, del consentimiento. ¿Por qué ponemos en foco el consentimiento de las mujeres? porque las violencias sexuales constituyen quizá una de las violaciones de derechos humanos más habituales y ocultas de cuantas se cometen en la sociedad española y afecta de manera específica y desproporcionada a las mujeres. La violencia sexual es un problema social y estructural y proviene de la cultura patriarcal arraigada en nuestra sociedad.

El proyecto de Ley de garantía de la libertad sexual (Ley del Solo Sí es Sí), diseñado por el Ministerio de Igualdad, reforma el Código Penal para que el consentimiento expreso sea clave al juzgar los delitos sexuales y borra la distinción entre abuso y agresión sexual. El Convenio de Estambul, Convenio del Consejo de Europa,  firmado y ratificado por España,  sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, pide que se tipifiquen de la misma manera abuso y agresión sexual. Actualmente para que se considere un delito de agresión sexual tiene que existir violencia física, arma o intimidación y el abuso sexual es más un abuso psicológico.  La diferencia fundamental entre ambos delitos está en la presencia o no de violencia o intimidación. Sin embargo ambos tipos pueden conllevar penetración (agresión y abuso). El tipo de agresión sexual más grave es la violación. Para que se produzca, es imprescindible que haya penetración oral, anal o vaginal. Esta puede realizarse con una parte del cuerpo (el pene, las manos, etc.) o con un objeto.

Con la nueva Ley “Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona”.

La ley del Solo Sí es Sí contempla que la violencia machista no es solo la que se produce en el ámbito de la pareja o ex pareja tal y como reconoce la legislación vigente de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. La futura ley prevé que se contabilicen crímenes sexuales como los de Laura Luelmo o Diana Quer para que formen parte de la estadística de víctimas de violencia machista. Hasta ahora no se contabilizaban al no tener relación expresa con el asesino, es decir no eran pareja o ex pareja.

La filosofía de esta norma es el acompañamiento y reparación a las víctimas de todas las formas de violencias sexuales, también las cometidas en el ámbito digital como la pornografía no consentida o la extorsión o mutilación genital femenina, la trata con fines de explotación sexual o el matrimonio forzado. La futura Ley de garantía de la libertad sexual aborda un amplio espectro de violencias sexuales, desde el acoso callejero al feminicidio sexual.

La ley establecerá un marco integral de atención a las víctimas de violencia sexual, con medidas de sensibilización en el ámbito social y educativo, formación especializada a todas las personas y agentes que intervengan en estos procedimientos o la implantación de los llamados ‘centros de crisis’ 24 horas para atender a las víctimas independientemente de que denuncien o no y para cuya puesta en marcha el Gobierno ya ha habilitado créditos para las comunidades. Se evitará la revictimización de las mujeres que denuncian violencia sexual, incluyendo la posibilidad de evitar contacto visual con el presunto agresor o de declarar en salas especiales.

“Cuando en relación con el consentimiento, decimos que no es no, no nos referimos solo a que los hombres acepten una respuesta negativa: tenemos que hablar también de la necesidad de que las mujeres sientan que hay un espacio para esa respuesta negativa, tienen derecho a decir que no sin miedo a las consecuencias”.

Del libro El fin del amor Tamara Tenenbaum

Sonia Sánz

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